miércoles, 22 de enero de 2014

Eran puro equilibrio; él le daba sus buenas noches y ella sus mejores días.

Él sabía que ella había besado a otros chicos antes, y ella sabía que el ya había tenido una primera vez.
El era el sur, y ella hacía mucho tiempo que había perdido el norte, se retaban todo el tiempo, discutían, celaban... Pero nunca dudaron del sentimiento del otro, se amaban más que a nada y solo bastaba con mirarse a los ojos y saber que se romperían hasta los huesos el uno por el otro. 

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