martes, 27 de septiembre de 2011

Que no me hablen de paisajes si no han visto su cuerpo


Dibujar su inicial por todos lados, e incluso tu mano. Sonreír cuando te habla como si fuera lo más gracioso del mundo y decirle con esa vocecita que es tonto. Obsesionarte con las llamadas perdidas, su voz y sus mensajes interminables. Creer que su olor ha de formar parte de cualquier molécula de oxigeno que inspires, que sus pupilas y sus iris van a acabar de trastornarte, porque esos ojos verdes son encantadores. Tararear esa canción porque así te acuerdas de el en todo momento. Eso, eso exactamente, es de lo que te hablaba.

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